El Efecto Marisopla

La odisea no podía simplemente pasar sin efectos secundarios, el tema es que la avería era mayor de lo que parecía y en lugar de salir ese martes para Galicia tuvimos que hacerlo el viernes por la noche, por lo que el concierto de ese mismo dia tuvo que ser suspendido por razones obvias…con lo que eso duele.

Conseguimos llegar a la sala del concierto del sábado a eso de las 9 de la noche, montamos, cenamos rápidamente, duchita y para arriba, el Antano es un escenario ya más que familiar por lo que todo fue rodado, eso si, al terminar el cuerpo quería dejarse caer y no pudimos recorrer ni un kilómetro antes de caer rendidos y…hasta aquí recuerdo de ese día.

Pero al día siguiente pudimos tomar consciencia de donde estábamos, cogimos carretera y en 15 minutos (después de desayunar dos bombones con dos “croisants” deliciosos en el Anexo) estábamos recorriendo una de las playas más impresionantes de Galicia, la de Carnota, donde podemos afirmar que en los bares sirven cubatas más calientes que esas aguas tras salir coloraos tirando a moraos después de solo 2 o 3 minutos de baño.

Tras esto gastamos las fuerzas que nos quedaban en acercarnos a Caldas de Reis a visitar a Gerardo (el dueño y gerente del Pequena Galia) y a su mujer (Claudia), dos de esos seres por los que merece la pena seguir en la carretera. Ah, que memoria la mia, paramos a comer en uno de esos rinconcitos de obligada visita, el salto de agua de Ézaro, una cascada que cae prácticamente en el mar, un espectáculo digno de contemplar en un entorno que invita a pasar largo rato admirando semejante espectáculo, no os podéis imaginar como entraba la tremenda paella que en semejante entorno se marcó Nuria (ole).

¿Y mañana? A Lugo, bonita y acogedora ciudad, ojalá podamos dar un paseo sobre la muralla que atesora el casco histórico de la ciudad.

Nacho
Salud y buena Música

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